Los Autónomos

Publicado: 2010/11/04 en Uncategorized

OBS !! Esta informacion proviene de un extenso trabajo de Roberto Ampuero «LOS AÑOS VERDE OLIVO» Ampuero conocido por su traicion a nuestros hermanos Cubanos ,Traicion a nuestro pueblo trabajando con el enemigo (La Oficina ,Ani,Marcelo Schilling,Oscar Carpenter y muchos otros mas) Ampuero, La Oficina y Otros han entregado valiosa informacion del «FPMR» a los aparatos de inteligencia chilena, Pese a su contenido nos parece importante el contenido historico, No olvidar que este trabajo proviene del enemigo !! Para una mayor credibilidad de lo ocurrido en aquellos tiempos leer el libro de Luis Rojas Nuñez.. «De la revelión popular a lasublevacion imaginada»

El Rediseño de Pellegrín

Luego de producido el quiebre, Raúl Pellegrín se dedicó a captar apoyo de diversos sectores para el naciente Frente Autónomo, que el mismo encabezaba. Por ello, en esa época eran constantes sus viajes a Cuba, donde comenzó a crear una red de apoyo, con el visto bueno del propio Fidel Castro y de otros altos personeros de la isla. Además en la Habana también se encontraba Galvarino Apablaza, «Salvador», quien colaboraba estrechamente con Pellegrin.

Ya en octubre de 1987, el «comandante José Miguel» auguraba a sus compañeros las dificultades que acarrearía la separación; «No tenemos derecho a renunciar a esta lucha que nos trasciende y que es patrimonio de Chile y su Pueblo. El camino no será fácil, en un inicio será más duro, el peso del PC es grande y no lo subestimamos. Sus militantes son valiosos y revolucionarios. Aquí se trata de diferencias con la dirección del PC y no con el PC. Pero nos asiste la razón, la autoridad moral que es hermana de nuestros héroes, mártires, de nuestra lucha diaria y la enorme simpatía con que contamos entre el pueblo y el propio PC. La hora es difícil, y nos obligan a dar un paso que implica asumir responsabilidades que debía asumir el PC. No queremos ser sólo un grupo de «valientes equivocados», sino vencer. Como ya hemos dicho, tenemos que consolidar a los cuadros Rodriguistas, que sepan que han escogido el camino más duro, pero el único realmente digno y que conduce a la victoria«.

Otra nueva preocupación de Pellegrín fue abocarse de lleno al rediseño de la organización, lo cual implicaba cambiar la mayoría de las estrategias implementadas hasta ese momento por el FPMR.

El siguiente es el extracto de un documento elaborado por Pellegrín en La Habana a fines de 1987 o comienzos de 1988. Es la trascripción original de una grabación hecha por él. El tema son las grandes transformaciones que intentó con el FPMR posterior a la separación del Partido Comunista.

Me voy a referir mas al Rediseño, que a otro tema, pues es lo que me interesa en esta oportunidad tocar. Todas estas son cosas que las veníamos sintiendo previo a la separación del PC. Yo mencionaba la vez anterior como síntomas las expresiones de nuestros combatientes, o incluso las propias acciones del enemigo dándonos golpes producto de los cuales no lográbamos avanzar. En estas cosas se nos fue demostrando claramente de que esto es lo que quería el Frente y por ende lo que quería el pueblo. Y nosotros confiamos ciegamente en el pueblo y en el Frente. Yo noto ahora un entusiasmo en general; en las conversaciones individuales con los compañeros he notado eso; es algo a lo que aspirábamos y bueno, eso ratifica la justeza del paso.

Ahora bien, la dirección del PC se niega a tener relaciones orgánicas con el Frente. A eso, yo creo, no debemos tenerle ningún temor, es más, si en algún momento decidimos autorizar a alguien de ellos a ir a conversar con nuestros combatientes, no hay que tener ningún recelo, al contrario yo creo que como están las cosas, eso hasta reafirma a nuestros combatientes. Yo no tengo ningún temor, pero si creo que como organización uno tiene que exigir respeto. No se puede permitir que se vayan a meter a las casas de los militantes, ya ese es un problema de seguridad que hay que establecer con estos organismos. Pero yo creo que la actitud de nuestros militantes debe ser absolutamente abierta al PC; debe ser con mucha altura, ni siquiera hablamos del saludo, eso es obvio, hablamos de la discusión. Si se nos acercan, nuestros militantes deben mantener discusiones con altura, deben escuchar, porque tenemos la razón. Entonces yo creo que hay que poner énfasis en esto a nuestros compañeros. La dirección del PC se niega a tener relaciones con la dirección del Frente a pesar de que se les ha solicitado en reiteradas ocasiones. Incluso, miren ustedes, que nosotros hemos llegado a decir que queremos relaciones para avisarles cuándo vamos a hacer acciones grandes, en función de la seguridad de la dirección del PC. Ese fue el único objetivo del vínculo que en un momento propusimos y la dirección del PC se negó.

Respecto a la autocrítica, escuchando los otros días a un compañero, a un Comandante salvadoreño, me parece que nos hemos quedado cortos en eso. Hay que incorporar con mucha más fuerza y como un elemento que apunte mucho más a ser irreversible este proceso, la crítica, la autocrítica como un elemento permanente. Es más, yo creo que el reglamento debe fijar como punto insustituible, como el primero o el último de cada reunión de cada estructura, la crítica y la autocrítica. Tú decías que los combatientes lo hacen en general, pero también sabemos que si se hace formal, se piensa «si es mi hermano, es mi compañero, lo quiero tanto, como lo voy a criticar». Es cierto, nos cuesta terriblemente eso, pero en la medida que vamos consiguiendo ese clima de confianza, la crítica se va transformando en un elemento que fortalece la hermandad.

Tenemos que hacer del Frente una organización amplia, de masas, que incorpore a marxistas, cristianos, comunistas, militantes del PC, etc. Como tenemos que incorporar a todos esos, es que nosotros hablamos del Rodriguismo, como una expresión de política amplia, o como se decía ayer, Independentista.

El otro día discutíamos con un compañero que quizás hubiera sido hasta mejor, en vez de haber hablado de política de Liberación Nacional, haber hablado de política de Independencia Nacional. No digo cual sería mejor, pero se rescata el hecho de que estamos hablando de la independencia, de una segunda independencia, rescatando los valores históricos y poniendo la división entre los patriotas y los antipatriotas.

Ahora, también nos hemos planteado para el año 88 un plan que ustedes conocen; un objetivo de carácter político militar que parte de la conclusión de que no tenemos la fuerza para derrotar a Pinochet este año, aun existiendo las condiciones objetivas. Incluso leyendo un documento por allí, me parece que en torno al plebiscito se va a crear algo que pudiéramos llamar una «situación revolucionaria» de desenlace inmediato; sin embargo, como no existe la fuerza de vanguardia, capaz de transformar eso en la caída de Pinochet, nosotros nos planteamos como objetivo para el Frente alcanzar en ese período niveles de lucha muy altos, tan altos como los más altos que hemos tenido. Nos planteamos alcanzar expresiones insurreccionales en función de obstaculizar a tal grado el plebiscito, que nos deje en un pie inmejorable para el próximo paso que nos propongamos, que apunten hacia la sublevación popular. Para ello primero tenemos fuerza. Además un núcleo de cuadros Rodriguistas, que están concentrados en determinados lugares, las principales ciudades, principales pueblos. Entonces tenemos cuadros extraordinariamente buenos y con la experiencia de lo menos cuatro años de combate, algunos con más, y eso pocos movimientos lo han tenido.

Hemos logrado unidades que han desarrollado la táctica a niveles difícilmente superables, que es muy difícil hacer de eso más. Decía un compañero el otro día, más que el atentado, que? otro atentado?. O sea, hemos alcanzado niveles altísimos en términos de accionar y eso es un potencial que tenemos.

Por otra parte tenemos que lograr más eficiencia en el accionar, tenemos que lograr más con menos, es decir, más resultados con menos inversión de esfuerzos, lograr más que cantidad en el accionar, calidad. Un compañero decía ayer, aprovechar más el ingenio, la audacia. Yo hoy diría que hay que aprovechar más los datos que podemos extraer del enemigo y replantearnos el accionar en términos de obtener más resultados con menos esfuerzos en medios y en gente. En muchas acciones, que hasta ahora hacemos con 5 o con 10 es probable que podamos hacerla con 1, con dos, partiendo del hecho de que cuando conocemos el terreno, aprovechamos la información que tenemos, o aprovechamos mejor esa audacia, o el ingenio de un compañero. Por poner un ejemplo, que un compañero se disfrace de milico, se meta a una Unidad y ponga una bomba, será mucho más efectivo que el que ataquemos 2 grupos, con 10 hombres.

No utilizamos suficientemente las posibilidades que nos da el armamento casero -eso lo hemos dicho- u otros medios más efectivos, por ejemplo los caza bobos, que son tremendamente efectivos, y no arriesgamos ni siquiera un hombre. Hemos usado solamente el armamento industrial. No podemos supeditar todo al armamento industrial, pues eso significa que el grupo operativo que tenemos en San Vicente, o en Cabildo, tiene que esperar a que le llegue el explosivo para poder hacer una acción, porque nosotros no hemos orientado a que ahí se aprenda a hacer el explosivo y se resuelvan todos los problemas de forma casera, lo que le va a dar a ese grupo mayores posibilidades.

Hay que reorientar el trabajo logístico, porque es lo más retrasado que tenemos, poniendo énfasis en esto. En que se desarrollen armas de alta eficacia, es decir, de poco desgaste y de mucho efecto como son: trampas, minas, y espoletas. Del cuidado, de la preparación, del mantenimiento de nuestro armamento, creo que hay que elevar el rango por el valor que tiene un arma para nosotros hoy. Se tiene que elevar su cuidado, su preservación, la propia defensa de esa arma, tiene que ser a un nivel superior. Creo que también hay que poner énfasis en medios que sirvan a los francotiradores. El francotirador es un hombre que no puede lograr tremendos resultados solo, bueno la logística tiene que apuntar hacia el apoyo de los francotiradores.

Incluso creo que en este ámbito entra el aseguramiento médico, porque si hablamos de extendernos a todo territorio nacional, si creemos que cada lugar tiene que ser capaz de auto-resolver determinadas cuestiones, bueno, hasta esas cosas debemos preverlas, porque tenemos que tener nuestros cuadros capacitados para eso.

Hay otras áreas que hablamos, estas son las discusiones que han habido estos días con los compañeros que el trabajo de preparación de cuadros que hacemos acá en La Habana, también hay que situarlo en el viraje, hay que aprovecharlo. No significa que lo anterior sea malo, si no que significa que dejó de ser vigente, hay que profundizarlo. Digamos que los militantes tienen que volver como si hubieran pasado por escuelas de cadetes, desde el punto de vista del conocimiento político y militar. Por poner un ejemplo, más sencillo y personal, yo no sé hacer una espoleta casera, y me imagino que muchos de ustedes tampoco saben. Sin embargo a todos nos han mostrado espoletas caseras. Entonces el salto cualitativo de esto tiene que ser que los compañeros regresen para allá dominando por ejemplo, el armamento casero, dominando y, entendiendo la política del Frente, dominando, entendiendo elementos de carácter militar, que van más allá de los que reciban acá. Esto nos implica una tremenda exigencia, en cuanto a los cuadros y a los combatientes que preparamos, esto implica fortalecer el carácter político militar en ellos; significa entregarle los muchos conocimientos que hoy estos cuadros no tienen, como que tengan criterios para relacionarse con la población en el lugar donde tengan que ir, en esa ciudad o en ese pueblo con pocas comunicaciones, es decir, esto eleva enormemente las exigencias de la preparación de estos cuadros

Otro ejemplo personal para hablar del fenómeno -estas cuestiones son difíciles de entender en la medida que no avancemos de forma práctica- voy a un lugar, me muestran 18 espoletas y 5 control-remoto, digamos protocolo, saludos, que se yo. Voy, las veo, me retiro, pero yo no aprendí a hacer nada de eso, entonces qué conocimientos he adquirido.

Otra área, que me parece hay que prestarle gran atención es el asunto del trabajo hacia el enemigo, el trabajo de inteligencia, de información. Nosotros no hemos trabajado en la práctica, no hemos hecho sistemático el trabajo hacia el enemigo. Yo creo que donde ha habido esfuerzo ha habido resultado. Ya estudiando hemos tenido conocimientos de un montón de cosas de la CNI, a cada nivel hay que crear redes de información, incluso meterse a las unidades del enemigo, incluso, hemos hecho desertar conscriptos, es más, hemos tenido que aguantar conscriptos para que no deserten. Entonces hay muchas posibilidades de entrar en las unidades del enemigo

Es más, yo pienso que este año, más que plantear acciones a las unidades, tenemos que plantear líneas de acción, centrándonos en algunas cuestiones del enemigo, y esto lo iremos midiendo según la situación política. El enemigo es la CNI en un momento, el paso que sigue al enemigo es el soplón, después es carabineros, después es el ejercito, etc., gradualmente según la situación política, pero el enemigo al fin.

Hay otro ámbito en que también tenemos que romper esquemas, que es el trabajo de propaganda hacia las masas. Tenemos que hacer algún trabajo público, romper el que somos una organización clandestina. Otra, tenemos medios de prensa que son del Frente, sin ser del Frente, eso lo vamos a elevar. Se saca el Rodriguista, y si nosotros nos proponemos llegar a todo el país, significa en la práctica que tenemos que sacar 3 millones de Rodriguistas, lo cual en la práctica es imposible; en un país donde se imprime y distribuye de forma clandestina, es absolutamente impensable. Entonces indispensablemente la propaganda hacia las masas debe descentralizarse.

Compañeros: estos son algunos de los problemas de mayor actualidad. Todo el frente debe incorporarse a la búsqueda de soluciones. Cada día se reafirma nuestra decisión de seguir adelante en este camino, duro, difícil, largo quizás, hacia la libertad de nuestra patria y la revolución.

La Misteriosa Laura

Por cerros, mar y tierra buscaba la CNI a una tal Laura, el 14 de agosto de 1987, para dar con el paradero de Sergio Buschmann Silva, Marcial Moraga Contreras, Luís Muñoz Ugarte y Gabriel Espinoza Silva, miembros del FPMR fugados el día anterior desde la cárcel de Valparaíso.

Tras interrogar a unos 50 presos políticos y a los gendarmes de guardia a la hora de la fuga, también detenidos, los agentes encontraron una veta: muchos recordaban haber oído a los fugados hablar de una tal Laura con mucha frecuencia. Ella, pensaron, los llevaría a los fugitivos.

Pero Laura no existía. Era el nombre encubierto con que los frentistas habían bautizado a la operación que se había empezado a planear casi un año antes, la misma noche del arribo de Buschmann al presidio.

Buschmann era hasta ese dia de agosto el preso mas custodiado del pais por su participación en la internación de armas de Carrizal Bajo. Hoy recuerda; «Partimos dividiendo el recinto en cuatro secciones y nos encargamos cada uno de preparar un informe diario que detallara el tipo de vigilancia, las rondas y la presencia de focos de los sectores del patio. A la semana, la conclusión fue que el techo era la única salida».

Sergio Buschmann, el líder de la fuga

La idea aceptada por el grupo era salir de las celdas a traves de los techos, atravezar el patio en medio de la noche y trepar las murallas que los separaban de la calle. Una tarea nada fácil. Para ello, Buschmann y sus muchachos optaron por un juego temerario; prepararse a la vista de todos. El primer paso fue que el alcaide aceptara que los presos políticos hicieran gimnasia «para eliminar tensiones», y luego que autorizara, con la entrada del invierno y la excusa del mal tiempo, trasladar los ejercicios al interior de la capilla, lugar donde podrían desplazar un foco de luz para oscurecer la muralla elegida. Luego faltaba una escalera, cosa que no abunda en las prisiones por razones de fácil comprensión: a través de este instrumento es posible alcanzar mayores alturas, como por ejemplo un muro. Esto lo sabía también el alcaide, un hombre de cierta sagacidad.

Sergio Buschmann; «Y en eso estabamos, sin poder conseguir la escalera, cuando, en una visita de inspección de la ONU, se nos ocurrio plantearle al alcaide la idea de pintar el muro para brindar una mejor recepción a las visitas, y para ello le solicitamos una escalera, pero obviamente se negó».

«¿Cómo quiere que pintemos la parte alta del muro?», le espetó friamente el frentista. Finalmente, y no sin algunas dudas, el funcionario cedió.

Premunidos de la preciosa escalera, los frentistas se resignaron a esperar la complicidad del tiempo, ojalá una tormenta, para entrar en acción. «Con lluvia el gendarme que esta de guardia se queda en la garita, y con los 20 grados que tiene el cuerpo, más su respiración, se le empañan los vidrios y pierde visibilidad», dice Buschmann.

En esas condiciones, el día esperado no tardo en llegar. El 13 de agosto, y cuando una lluvia copiosa y feroz se cernía sobre el puerto, la «operación Laura» comenzó su etapa final. Mientras los gendarmes contemplaban absortos la teleserie «Marta a las 8», los frentistas se aprontaban.

«Teníamos que salir de nuestros modulos, cargar la escalera, luego pasar entre dos garitas y de ahí arrastrarnos por los tejados», relata el famoso fugado. «Cuando llegamos al muro final, que era altísimo no nos quedo otra que saltarlo, ya estábamos ahí. Calculo que mediría unos cuatro metros. Fue increíble».

Una vez en la calle, el sonido de un silbato, asociado a la guardia, hizo cambiar precipitadamente el rumbo del plan y el grupo se separó. «Nos sacamos los buzos y después nos separamos. Yo tomé una micro. Una vez en mi guarida, prendí la tele y se me helo la sangre porque volví a escuchar el silbato, pero era de un comercial de ceras. Solo atine a reir», concluye Buschmann.

En un par de días la totalidad de los fugados fueron sacados del país, la mayoría rumbo a Europa. La ira cundió en el seno del gobierno militar pues suponían que Buschmann era el reo mas custodiado del país. Pero aquella noche de agosto, Laura dijo otra cosa.

Acechando a Torres Silva

La división del FPMR no fue obstáculo para que ni uno ni otro bando dejara de planificar acciones armadas. Sobre todo, si se trataba de eliminar a uno de sus enemigos más aborrecidos: el fiscal militar Fernando Torres Silva, a cargo de las investigaciones sobre Carrizal Bajo, el atentado a Pinochet y el secuestro del comandante Carlos Carreño.

Producto de sus investigaciones el ex fiscal se abocó exclusivamente a perseguir a los miembros del FPMR. Para cumplir su objetivo, no dudo en utilizar todo lo que tenía a su alcance; uso de declaraciones extrajudiciales, prolongadas incomunicaciones y un buen manejo de los medios de comunicación.

Convertido en un «caza frentistas», Torres Silva incluso confeccionó un organigrama de la organización, que en no pocas ocasiones exhibió a Augusto Pinochet para demostrarle la eficiencia de sus acciones. Sus antiguos camaradas recuerdan que conseguía impresionar a Pinochet con sus investigaciones, las que en realidad eran una extensión del trabajo que venía haciendo la CNI y otros organismos antisubversivos. Torres se jactaba de haber procesado a 120 integrantes del FPMR, y afirmaba que en cualquier momento iba a atrapar a la cúpula. Los detenidos bajo sus órdenes, denunciaron haber sufrido las más aberrantes torturas en cuarteles de la CNI. Torres, sordo a las quejas, aumentaba sus penurias con largas y reiteradas incomunicaciones.

Luego apuntó sus dardos contra la Vicaria de la Solidaridad. Su gran interés radicaba en conocer la identidad de las personas que eran atendidas allí, especialmente los heridos a bala. Por ello en varias ocasiones intentó en vano apoderarse de las fichas médicas de la institución con la esperanza de obtener más datos de la estructura del FPMR.

Por todo ello, según un ex frentista hoy establecido en Europa, hasta un año después de la división entre el Partido y los Autónomos, hubo una verdadera competencia entre ambos grupos por ajusticiarlo.

En esta carrera el FPMR-Autónomo llevó siempre la delantera. De su obra fueron las dos frustradas acciones para acabar con la vida del alto oficial. Ambas fueron llevadas a cabo por la «Fuerza Especial», grupo operativo de elite al interior del Frente y que era informalmente conocida como «La columna fantasma» debido a que era una estructura separada del resto de la organización.

El primer intento de ajusticiar a Torres Silva se realizó el 27 de mayo de 1988. Cuando el vehículo marca Ford del fiscal circulaba por Eleodoro Yáñez con Los Leones, dos frentistas -Rodrigo Rodriguez Otero, conocido como «Jorge» o «Tarzán» y Luis Arriagada Toro, alias «Aureliano» o «Bigote»- que viajaban a bordo de una motocicleta, le adosaron magnéticamente una bomba a control remoto en un costado del vehículo.

El conductor del fiscal alcanzó a percatarse de la acción y maniobró hasta desprenderse del artefacto, antes de que este hiciera explosión. El hecho desconcertó a los motoristas que se habían cerciorado de la efectividad de la carga explosiva dos veces: la primera en un vehículo que resultó ser del rector de una universidad y la segunda en el auto de un coronel del Ejército, estacionado frente al cine California, en Irarrázaval.

Acto seguido, uno de los escoltas del fiscal disparó sobre los frentistas, hiriendo a Rodriguez Otero en un brazo, luego de lo cual ambos atacantes huyeron del lugar.

El azar salvó a Torres Silva en el segundo intento hasta hoy desconocido, realizado en la segunda mitad de 1988. Los frentistas se habían percatado de que cada vez que llegaba a su domicilio, el uniformado bajaba del coche y caminaba unos metros hasta su casa. «Era una oportunidad de oro para matarlo. Sólo teníamos que contar con un nutrido fuego de fusilería y listo», explica un ex combatiente.

El mismo día en que los hombres encargados de la acción lo aguardaban a metros de su casa, sin embargo, Torres Silva ingresó a su garaje sin bajar del automóvil. Aunque el FPMR-Partido también llegó a confeccionar otros dos planes contra el fiscal, estos nunca se pusieron en marcha, ya que luego del plebiscito de 1988 el PC paulatinamente desmovilizó al aparato militar que aún continuaba bajo su alero.

Un No a La Impunidad

El 14 de junio de 1989, a las 9 la mañana, Roberto Fuentes Morrison, «El Wally», salía de su departamento en la Villa Frei de Ñuñoa, cuando fue abordado por dos individuos que portaban armas automáticas. Uno de ellos estaba escondido entre unos arbustos, y el otro en el segundo piso del edificio donde vivía. Luego de unos instantes los individuos procedieron a disparar sobre Fuentes Morrison, abatiéndolo en el lugar. Los sujetos se dieron a la fuga junto a los demás miembros del grupo armado que habían permanecido cubriendo el hecho. El afectado recibió 14 impactos de bala. Su muerte fue instantánea.

Unas semanas antes, el «Wally» había sido tomado camino a su casa por un conductor de taxi, labor que desempeñaba uno de los mejores choferes operativos del Frente. Este hecho fortuito había terminado por sellar su suerte.

Casi un año antes, el boletín «El Rodriguista», de julio de 1988, había publicado una entrevista a la Dirección Nacional del FPMR donde se decía: «El FPMR quiere dejar muy claro que las veces que hacemos una acción de tipo selectivo, no tenemos que dar grandes explicaciones al país para que el país entienda de quién se trata el objetivo sobre el cual hemos actuado. No necesitamos estar haciéndolo porque aquel que reprime, aquel que comete un crimen, que se ensucia las manos con sangre del pueblo, inmediatamente se está autocondenando y por tanto se convierte para nosotros, sin duda, en un objetivo».

En el caso de Fuentes Morrison, su trayectoria estaba plagada de operaciones de tortura y muertes de opositores al régimen de Pinochet mientras operaba bajo el amparo del Comando Conjunto primero, y luego en la CNI, organismos del estado que sembraron el terror en el país durante la primera parte de los ochenta.

El FPMR no tardó en adjudicarse el atentado calificándolo como el «ajusticiamiento» a un criminal. En sus escritos se referían a esta operación y se hizo pública una sentencia informal previa, la que había determinado el asesinato; «La mencionada medida se tomó el 2 de mayo de 1989 y se ejecutó el 14 de junio del mismo año, bajo la consigna «Basta De Impunidad». Fue resuelta en un contexto en que el problema de la impunidad se comenzaba a justificar sobre el manto amnésico del miedo y la supuesta alegría que llegaba, y sin posibilidad alguna de lograr avances jurídicos. No cabe duda que vistos en el tiempo los antecedentes criminales y la impunidad existente hasta ahora en casos similares, el ajusticiamiento del «Wally» fue justo y necesario», advertían los rodriguistas.

El siguiente es el documento de sentencia que en su momento fuera publicado por los frentistas:

Documento sentencia del asesino Roberto Fuentes Morrison: La Dirección Nacional del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, reunida en una sesión especial el 2 de mayo de 1989, resuelve que:

«En vista de la necesidad imperiosa de someter a juicio y castigar a los culpables de los crímenes contra los derechos humanos cometidos por el régimen dictatorial, la obligación que tiene todo patriota de combatir resueltamente a los ejecutores materiales de la represión sangrienta contra las fuerzas populares y su lucha, la indolencia cómplice del sistema judicial y de los políticos comprometidos con el régimen militar, la gran cantidad de antecedentes acumulados acerca del historial criminal de Roberto Fuentes Morrison, comandante de escuadrilla de la Fuerza Aérea de Chile y actual oficial activo de la Central Nacional de Informaciones, y en el caso de la justicia civil, que -en virtud de la Ley de Amnistía- absolvió de toda culpa a Fuentes Morrison, a pesar de las irrefutables pruebas en su contra que había reunido el Ministro de la Corte de Apelaciones Carlos Cerda, quien incluso fue sancionado por la Corte Suprema al negarse a sobreseer a los asesinos implicados en crímenes contra la humanidad; que por su carácter de instrumento de la dictadura para proteger a los criminales y condenar a los patriotas no está en condiciones ni con la voluntad de hacer justicia a las víctimas de la represión y, en cambio, está concebida para garantizar la impunidad de los asesinos del pueblo.»

«El FPMR dicta la siguiente sentencia en nombre de la dignidad popular: Se condena a la pena de muerte por fusilamiento a Roberto Fuentes Morrison, alias «El Wally», culpable de numerosos y graves crímenes contra la humanidad y el pueblo chileno. La acción de cumplimiento de esta decisión se llamará «Operación No a la Impunidad», y es encomendada a nuestras fuerzas especiales Héroes de Corpus Christi, al mando del oficial rodriguista, Capitán Arturo. Para lo cual se fija como plazo máximo de ejecución de esta sentencia, el 15 de junio de 1989, segundo aniversario de la Operación Albania».

La Operación Exito

El 30 de enero de 1990 los chilenos se despertaron con una noticia sorprendente: 49 presos políticos (entre ellos siete condenados a muerte por Augusto Pinochet) se habían evadido de la Cárcel pública de Santiago a través de un túnel de 60 metros excavado durante 18 meses por 24 militantes del FPMR, del Partido Comunista y de la Juventud Comunista. La mayor fuga de la historia de Chile denominada «Operación Éxito» ridiculizó a una dictadura militar que agonizaba y fue interpretado por sus protagonistas como un saludo a la democracia que el país anhelaba recuperar muy pronto.

El escape comenzó a gestarse un año y medio antes. Luego de la fuga de Sergio Buschmann de la cárcel de Valparaíso, a fines de 1988, las autoridades de la época decidieron convertir el nonagenario edificio General Mackenna en una cárcel de máxima seguridad.

Una de las razones que facilitaron la fuga de estos 49 presos políticos era el desconocimiento por parte de los servicios de inteligencia que por normas de construcción toda edificación que tiene dos estructuras rígidas de cemento, en este caso el pavimento de la calle y el arco del metro, debe tener una capa blanda que las separe, para que ambas no se fracturen.

Miguel Montecinos, acusado de participar en el atentado contra Augusto Pinochet, fue el jefe del operativo de la Operación Éxito. «Tuvimos que romper el piso y estas eran unas construcciones antiguas. En ese momento, cuando nos agrupan allí, esa cárcel la convierten, por así decirlo, en una cárcel de alta seguridad. Se hicieron varios arreglos en función de dejarnos lo más rodeados posible. Remodelada, la cárcel descartaba toda salida por una toma, un asalto o un rescate. La única posibilidad de los prisioneros era por el suelo.»

«La idea no era cualquier tipo de fuga, porque cualquier tipo de fuga significaba irse a sangre y fuego, cosa que nosotros no estábamos de acuerdo en hacer. Queríamos salir limpios de ahí», comenta Diego Lira Matus.

«Después de hacer un análisis de las posibles vías, empezamos a descartar. En ese tiempo, en Teatinos existía un laboratorio. No nos daba confianza el laboratorio, además que era una estructura nueva. La alternativa que nos quedaba, la única, era hacia el Mapocho, porque nosotros sabíamos que el metro de Santiago de Chile, lo habían hecho los franceses. No iban a ser tan huevones de pegar la loza de la calle con la loza del techo del metro, eso jamás lo iban a hacer los franceses», relata Manuel Fuenzalida.

La tarea para los presos recién comenzaba. Cada puerta fue bien camuflada. En el caso de la puerta del túnel, sacaron un bloque del muro que separaba su celda con la contigua y bajo esa muralla comenzaron el hoyo. Para encubrirlo fabricaron un pedazo de muro movible: en yeso, con las mismas características del trozo de muralla que rompieron para iniciar la excavación y que sonaba igual al ser golpeado en los allanamientos hechos por gendarmería.

El primer agujero les hizo meditar la necesidad de incorporar más personas a la operación. Allí se integraron Luis González, Daniel Alfaro, Marcelo Osses y los últimos trasladados desde la penitenciaría.

Entre quienes participaron en la fuga también estuvieron Rafael Pascual y Jorge Martín, miembros del FPMR. Pascual y Martín fueron detenidos en 1986, el primero en Carrizal Bajo, cuando el Frente intentó internar en el país un enorme cargamento de armas, y el segundo mientras pretendía vender un vehículo.

«Como no teníamos madera para apuntalar el túnel, optamos por el sistema de bóveda, como hacían los compañeros vietnamitas, pues nos ofrecía mayores garantías ante los derrumbes», explica Pascual. Por su parte, Martín recuerda que «el túnel era pequeñísimo: tenía cincuenta centímetros de ancho y otros tantos de alto y en algunas partes sólo cuarenta. Sólo cabíamos estirados, era muy claustrofóbico. De hecho, Rafa, otros más y yo tuvimos problemas dentro del túnel y tuvimos que salir».
Las rudimentarias herramientas (cuchillos, cucharas, tenedores, alambres…) que emplearon para excavar el túnel, con la escasa iluminación que les proporcionaban algunas bombillas de bajo consumo, y los constantes derrumbes, propios de un país tan sísmico como Chile, les obligaron a trabajar dieciocho meses en la construcción del extenso agujero que les devolvió la libertad.

Señala Martín: «Los motores que teníamos para pulir la artesanía los empleábamos para ventilar el túnel a través de una tubería que construimos con los envases de bebidas que nos dieron nuestros familiares. Además, empleamos unos walkman para hacer un sistema de comunicaciones en el túnel».

Tan importante como camuflar los accesos era ocultar la operación al resto de la población penal. La fuga también contó con un jefe de inteligencia.

Ante la necesidad de proteger su proyecto, crearon también un auténtico lenguaje para la evasión con palabras como «pera» (el túnel), «maleta» (bolsa de plástico llena de tierra -entre ocho y diez kilos-), «lavado» (transporte de la tierra desde la boca del túnel hasta el entretecho), «comida» (trabajo dentro del túnel), «limón» (aire bombeado»).

Asimismo, los equipos artesanales de comunicación que emplearon dentro del túnel les permitían ordenar a los compañeros que trabajaban en él que retornaran al exterior con rapidez cuando lo exigía su seguridad. Al éxito de la operación también contribuyó la libertad de desplazamiento entre las calles y las galerías de la cárcel durante determinadas horas del día que los presos políticos habían logrado tras numerosas huelgas de hambre.

El túnel nacía en una celda de la octava galería y se prolongaba en dirección norte por debajo de otras dos galerías con celdas, dos patios grandes y el terreno de seguridad que antecede a las murallas de la cárcel. Después atravesaba la avenida Balmaceda, el túnel del metro y proseguía hasta los terrenos eriazos de la estación de ferrocarriles.

De todos los obstáculos que enfrentaron, quizás el más difícil fue el de la tierra. La prensa y las autoridades se preguntaban dónde depositaron tanto material, que podía incluso llenar diez camionadas.

El juez Juan Araya, que fue designado como ministro en visita para el caso, investigó la posible colaboración de Gendarmería. Las sospechas se fundaban en el destino de la tierra. Semanas después de la fuga, las autoridades aún no dilucidaban el misterio.

«Lo que pasó es que en un comienzo no se encontraba la tierra. Entonces, había conjeturas: ¿dónde está?. ¿La tierra salió hacia el exterior del penal?. ¿Quién fue el que falló en el control de la salida de ese material?», reflexiona el magistrado.

«Nosotros teníamos una duda que tenía que ver dónde echar la tierra, el problema del hoyo no era un problema, sabíamos que había que hacerlo hacia el suelo. Pero la tierra, sí que era un problema. Los cálculos hablaban de 50 toneladas de material sólido, y eso no es fácil de guardar en ninguna parte. Entonces la primera parte de la operación fue preparar las condiciones para guardar la tierra. Pasaron algunas semanas en que cada uno fue a ver dónde se podía echar la tierra. Bueno, y en uno de esos días de la cárcel, recuerdo que era un día domingo, cuando salíamos a jugar fútbol a la cancha, yo estaba fuera de ella, mirando a mis compañeros cómo jugaban fútbol, y de repente miro el techo de la cárcel y me da la impresión que tiene una pequeña inclinación», comenta Miguel Montecinos.

Los reos se dieron cuenta de esta inclinación, y por ende que existía un techo falso, el que les permitiría guardar allí una gran cantidad de tierra. Para ello debían saber cuántos centímetros tenían hacia arriba en el cielo raso.

«Pusimos la tierra en el entretecho de nuestra galería, que tenía una longitud de setenta metros», explica Rafael Pascual. Para esta tarea se inspiraron en la conocida película La gran evasión y construyeron un carrito similar al que emplearon aquellos detenidos aliados para sacar la tierra a través de unos rieles construidos con maderas. Durante 18 meses, día y noche, en turnos de dos horas como máximo.

Durante aquellos 18 meses sólo tuvieron un pensamiento: «Llegar a ver la luz de la calle»,señala Jorge Martín. Y Rafael Pascual añade: «Todas las cosas que hacíamos eran triunfos diarios. De hecho, en cada pedazo de madera del túnel había leyendas como ‘Cava tu metro de libertad’. Fue un trabajo muy duro porque a veces nos encontramos con rocas que pesaban más de cien kilos y tuvimos que hacer un agujero para enterrarlas».

A las 22.00 del 29 de enero de 1990 por fin se dio la señal tan esperada por todos.«Salmón», el código que anunciaba que la vía estaba libre recorrió los 60 metros de túnel donde estaban acostados, uno trás otro, veinticuatro hombres de entre veinte y cuarenta años. Uno a uno, salieron del hoyo, se sacaron la ropa manchada y empezaron a correr, en grupo y despacio. En la esquina, un bus, un colectivo como hay tantos otros en la capital chilena, los esperaba.

Según Rafael Pascual, «A partir de la diez de la noche empezamos a salir al exterior, uno a uno, cada dos minutos e hicimos el contacto con la gente que nos esperaba fuera. Junto al muro que nos hacía invisibles para los gendarmes de la cárcel nos despojamos de las ropas que llevábamos encima de las que íbamos a emplear en el exterior y fuimos subiendo al autobús que nos esperaba.»

Durante este momento, en la cárcel, el rumor de la desaparición de los primeros presos corre por las galerías. «Nosotros que siempre habíamos pensado que era imposible hacer un túnel, empezamos a buscar el hoyo», cuenta hoy en su departamento de las afueras de París Juan Carlos Cancino. Estará en el segundo grupo de hombres que aprovechan la ocasión, como Lautaro Cruz y Jorge Angulo González. Este último, fue el primero en ir:«Son las 23.40, me hundo en el túnel, no hay luz, no sé si hay trampas, ni adonde llega, llego al final, tengo que salir para darme vuelta, podría irme solo pero vuelvo a buscar a los otros…»

Otros de los fugados recuerda; «La confianza del trabajo realizado se materializó cuando cada uno de nosotros pudo aspirar por fin una bocanada de aire fresco, aunque no muy limpio, a la orilla del Mapocho; pero por lo menos fresco y frío, porque estábamos muy transpirados. La micro que nos esperaba fue un gesto memorable, un elemento original dentro de la organización. Recuerdo con un gran cariño a los compañeros, hombres y mujeres, que estaban en las inmediaciones de la salida. Nunca he sabido quiénes eran. Recuerdo especialmente a uno, que me tomó la mano y me sacó del hoyo. El resto de los compañeros nos estaban protegiendo, muy bien preparados para hacerlo. Hoy se los agradezco».

Pascual agrega «La operación fue un éxito porque a la medianoche ya estábamos todos en casas de seguridad y los gendarmes no descubrieron el túnel hasta las tres de la mañana».

La boca del túnel que permitió la libertad a los 49 presos politicos

Además de los 24 evadidos que participaron en la construcción del túnel, otros 25 presos políticos escaparon por él ya que a las ocho y cuarto de la tarde uno de los fugados había comunicado la existencia del túnel a las otras organizaciones presentes en la cárcel (Partido Socialista, MIR.). Sólo 9 de los 49 presos -entre ellos siete condenados a muerte- que escaparon fueron detenidos.

La «Operación Exito» fue el último golpe que la oposición democrática asestó a una dictadura que expiraría seis semanas después cuando Pinochet entregó el poder al presidente Patricio Aylwin.

La Muerte del Coronel Fontaine

Alrededor del mediodía del 10 de mayo de 1990, luego de terminar sus labores cotidianas, el coronel en retiro de carabineros Luis Fontaine se dispuso a abandonar sus oficinas para almorzar. Lo hizo en compañía de su secretaria Margarita Mardones. Como previamente había desechado la opción de que un chofer lo recogiera decidieron caminar unos metros y conseguir un taxi. Al llegar a la altura de calle Santa Isabel ambos abordaron un vehículo. Cuando apenas habían avanzado unos metros, y al llegar a un semáforo, el automóvil fue emboscado por dos sujetos que dispararon repetidamente contra el Coronel. Aturdido por los disparos, Fontaine intento desenfundar el arma que portaba, pero sus atacantes no dieron tregua y luego de inferirle 19 tiros de bala se dieron a la huida. Fontaine murió antes de llegar al hospital y su secretaria quedo en estado grave.

La emboscada que terminó con la vida de Fontaine, había sido cuidadosamente urdida por el FPMR, en el marco de la operación «Capa y Espada» mediante la cual habían decidido ajusticiar a conocidos transgresores de los derechos humanos durante el régimen militar.

El curriculum que seleccionó a Fontaine como objetivo de los frentistas era extenso y escalofriante; había trabajado para la Dicomcar donde se destacó por la violencia con que castigaba a quienes estuvieron detenidos bajo su mando. Se le sindica como uno de los mayores responsables de cientos de muertes y desapariciones de militantes de izquierda durante sus labores en el temido organismo represivo de Carabineros.

Además fue protagonista directo y ejecutor de uno de los casos más bestiales y emblemáticos de aquella época; El secuestro y posterior degollamiento de tres profesores comunistas. El 30 de marzo de 1984, José Manuel Parada, Santiago Nattino y Manuel Guerrero aparecieron muertos en un predio de Quilicura, atrozmente desfigurados por la acción de sus secuestradores. El grupo que realizo la acción pertenecía a la Dicomcar y estaba dirigido por Fontaine.

Para ejecutar la acción el FPMR había seleccionado a dos de sus mejores cuadros operativos; Raúl Escobar Poblete, «Emilio», y Ricardo Palma Salamanca, «El Negro».

Para Palma el objetivo era particularmente interesante, pues había sido alumno de José Manuel Parada durante su paso por el colegio Latinoamericano, quedando marcado en ese entonces por la traumática muerte de su profesor.

Ricardo Palma Salamanca, «el Negro»

Ambos se habían encargado de chequear las actividades del coronel durante los dos días previos. Los antecedentes indican que los dos frentistas salieron temprano ese día, luego de pernoctar en la casa de «Emilio». Decidieron ejecutar la acción -dada su juventud- vestidos de escolares, lo que les permitiría pasar inadvertidos, pues en las cercanías del lugar de la emboscada se ubicaban varios liceos y los estudiantes acostumbraban matar el ocio en una plazoleta ubicada justo en frente de las oficinas de Fontaine.

Una vez allí decidieron calmar la tensión de la espera imitando lo que hacían los muchachos, llegando incluso a pedir dinero a los transeúntes para comprar cigarrillos.

Durante algunos minutos se dedicaron también a chequear la ubicación del automóvil de Fontaine, pero no lo encontraron, lo que les pareció extraño. A las 13.30 de esa tarde finalmente vieron a Fontaine y a su secretaria abandonar la oficina. Prestamente comenzaron a seguirlo, y mientras caminaban intentaban determinar el momento preciso para atacar.

¡Es el tercer día, no se nos puede ir!, le repetía Palma a su compañero.

Raúl Escobar Poblete, «Emilio».

Una vez que Fontaine detuvo un taxi y lo abordo decidieron que era hora de actuar. Corrieron tras el vehículo algunos metros. Los primeros disparos fueron efectuados por «Emilio» que se había apostado en medio de la calle, algunos metros detrás del objetivo. Inmediatamente se produjeron los disparos de Palma, quien ya se había ubicado a un costado del automóvil para rematar la operación. Una vez que el Coronel no hubo dado señales de vida comenzó la huida.

¡Arranquen que vienen los pacos!, gritó Palma ante la mirada atónita de los transeúntes y escolares que observaban la escena.

La estampida no se hizo esperar. Los frentistas escaparon corriendo en medio de los estudiantes, para posteriormente llegar a calle Portugal donde abordaron un colectivo.

La operación «Capa y Espada» proseguiría posteriormente con la muerte del sargento Víctor Valenzuela Montecinos, y con un objetivo final ampliamente conocido: el senador Jaime Guzmán Errazuriz.

Los brazos ejecutores no habrían de variar, pues las acciones posteriores estarían marcadas con la inconfundible impronta de «Emilio» y «El Negro».

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